Diría que el título es sensacionalista… pero es que es literalmente lo que sucede. Padre e hijo se encontraban jugando al fútbol, cuando el hijo decide ponerse de portero y el padre de crack mundial: da unos toques, y hace una volea de espaldas. Ése fue el problema, que la hizo de espaldas y la dirigió hacia la cara de su propio hijo que se echó a llorar nada más recibir el impacto. Por suerte, especialmente para el hijo, el balón que usaban para jugar no era uno de reglamento sino el típico balón de plástico que no debe doler mucho… o eso espero.